En defensa de Star Trek: Más Allá

Lo he repetido en más de una ocasión: soy trekkie hasta la médula. International Khiladi y yo nos convertimos en incondicionales desde que vimos Star Trek II: La Ira de Khan en un pase de madrugada en TVE por Nochebuena (creo que era 1985 o 1986). Seguimos la emisión de las nuevas series mucho antes de que existiera internet gracias a un amigo canadiense que cada dos semanas nos mandaba los capítulos en VHS, y que había que convertir de NTSC a PAL. A diferencia de algunos radicales que se tiran de los pelos por el reboot, la llamada "línea temporal de la Kelvin" (o Abramsverso) de J.J. Abrams nos parece fantástico. Sin embargo, la noticia de que iba a ceder el timón a Justin Lin, conocido por sus películas de acción, no me hizo pizca de gracia. El trailer de la película, no ayudó mucho.

Me equivoqué.

Sé que las opiniones son personales y respeto las de los que no estéis de acuerdo. Pero esta tarde por fin nos hemos podido acercar al cine International Khiladi y yo a ver Star Trek: Más Allá. Y hemos disfrutado como la primera vez que vimos la USS Enterprise hace tres décadas.

Star Trek: Más Allá me ha parecido una carta de amor a la franquicia por sus cinco décadas de historia. La película tiene un ritmo excelente. Las dos horas que dura han pasado volando, como si hubiéramos visto un capítulo de 45 minutos en lugar de un largometraje. La química de Pine-Quinto-Urban recuerda a la de los mejores momentos de Shatner-Nimoy-Kelley. Y sí, nos hemos pasado todo el rato buscando easter eggs. ¡Faltaría más!

Quizás haya quien acuse a la película de moral simplista. Star Trek: Más Allá da una visión de un mundo mejor, no exento de peligros (tanto internos como externos), pero en el que la humanidad ha aprendido de sus errores para buscar un lugar en las estrellas. Nos habla de la amistad como un lazo inquebrantable en los peores momentos. De la camaradería. De la esperanza.

¿Qué mejor mensaje en un mundo oscuro como el que nos ha tocado vivir?
Feliz 50º aniversario. Y gracias.