El 21 de junio es una de las fechas más importantes del calendario para International Khiladi y para mí. Hoy hace 35 años, nos acercamos al nuevo centro cívico que el ayuntamiento de Barcelona acababa de abrir en la recién remodelada Casa Golferichs. Durante décadas, les vecines del barrio habían pedido el uso de este edificio modernista para evitar que un grupo especulador lo derribase y construyera en su lugar un edificio de viviendas. El ayuntamiento se hizo con el control de la casa Golferichs, construyó un pequeño edificio colindante (que recibió el nombre de L'Annex
de Golferichs) y convirtió los dos edificios en un centro cívico. L'Annex
de Golferichs era el espacio destinado a las actividades para les más jóvenes. Ese era nuestro destino.
Cada planta de L'Annex de Golferichs estaba dedicada a una actividad diferente: una a videojuegos de consola y ordenador, otra a juegos de mesa clásicos, otra a teatro... Pero había una planta diferente a todas las demás. Tenía una clase de juegos de mesa que, a simple vista, parecían más complejos de lo habitual (diplomáticos, wargames y similares), algunos de ellos en otros idiomas. Y también tenía unos juegos que eran libros enormes y que se jugaban con dados de diversas caras. Como lectores acérrimos de la colección de librojuegos de Dungeons & Dragons de Timun Mas, sospechábamos que estos eran juegos de rol como el que anunciaban en sus páginas. No dudamos ni un momento: había llegado la hora de jugar a un juego de rol. En una de las mesas estaban preparando una partida y, al ver que curioseábamos, nos invitaron a unirnos.
La partida nos supo a poco y nos quedamos con ganas de más. Eso tuvo muy fácil solución. En la mesa contigua estaba a punto de empezar otra partida y nos invitaron a jugar. Obviamente, aceptamos encantados.
¿Esclarecedores? ¿Clones? ¿El Complejo Alfa? ¿El Ordenador? ¿Niveles de Seguridad? ¿Comunistas? ¿Mutantes? ¿Sociedades secretas? ¡¿Qué demonios estaba pasando?! Tras varias horas de gesticular, gritar a pleno pulmón «¡Larga vida al Ordenador!» y obedecer órdenes absurdas, salimos de esa partida como si hubiéramos participado en un maratón. ¿Nos gustó el juego? ¡Por supuesto! Creo que no nos habíamos divertido tanto en toda la vida. La versión que jugamos era la traducción francesa de la 1ª edición, también publicada también por Jeux Descartes. International Khiladi me regaló un ejemplar de esta edición hace años, un juego que considero uno de los tesoros de mi colección (podéis ver la reseña aquí). Meses después de la partida, supimos que tanto Star Wars como Paranoia eran obra de Greg Costikyan. El diseñador se convirtió en uno de nuestros favoritos.
Así empezó todo. Han pasado tres décadas y media. He probado toda clase de juegos. He perdido la cuenta de las partidas que he dirigido. He conocido a un montón de gente y hecho amistades que perduran pasados estos 35 años. Los juegos de rol me gustan tanto o más que el primer día y nunca dejarán de hacerlo.
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