Nueva ciudad, nuevos personajes y nuevo enigma. Anoche la cadena HBO emitió The Western Book Of The Dead, primer episodio de la esperadísima segunda temporada de True Detective. Pero, ¿estará a la altura de su predecesora?
Pues yo creo que sí. Voy a intentar no soltar ningún spoiler pero, por si acaso, estáis avisados.
Para empezar por todo lo alto, Nevermind de Leonard Cohen.
El título del episodio hace referencia a un "ensayo" (por llamarlo de alguna manera) escrito por John Y. Crighton en los años 60 y publicado en un periódico underground. Tambíen, de forma más oblicua, hace alusión a El libro tibetano de los muertos. Este detalle se ve en el diálogo, con el magnate mafioso Frank Semyon instruyendo a su mano derecha con un "Never do anything out of hunger. Not even eating." ("Nunca hagas nada debido al hanbre. Ni siquiera comer", posible alusión a los Preta, los "fantasmas hambrientos" que según la tradición budista viven un paso más allá del Infierno) e incluso la propia canción de Leonard Cohen (My woman’s here/My children too/Their graves are safe/From ghosts like you).
El título del episodio hace referencia a un "ensayo" (por llamarlo de alguna manera) escrito por John Y. Crighton en los años 60 y publicado en un periódico underground. Tambíen, de forma más oblicua, hace alusión a El libro tibetano de los muertos. Este detalle se ve en el diálogo, con el magnate mafioso Frank Semyon instruyendo a su mano derecha con un "Never do anything out of hunger. Not even eating." ("Nunca hagas nada debido al hanbre. Ni siquiera comer", posible alusión a los Preta, los "fantasmas hambrientos" que según la tradición budista viven un paso más allá del Infierno) e incluso la propia canción de Leonard Cohen (My woman’s here/My children too/Their graves are safe/From ghosts like you).
¿Qué más tenemos? Una sheriff llamada Antigona (que lee El libro de los cinco anillos de Miyamoto Musashi y Hagakure: El libro del samurai de Yamamoto Tsunetomo) y, su hermana Athena y el Instituto Panticapaeum (santuario hippie-holístico) donde enseña su padre. Y su apellido, Bezzerides, además de ser griego, hace referencia al escritor de novela negra y guionista A.I. Bezzerides. Completa el puzzle un detective con turbias lealtades, violento carácter y us pasado trágico y un enigmático ex-militar y ex-mercenario metido a policía de carretera cuyas cicatrices tanto físicas como emocionales presagian que algo no va bien en su cabeza.
Y el muerto, claro. Un cuerpo roto, como las vidas de los protagonistas que van a chocar como dos trenes sin frenos, al que han vuelto ciego como los profetas de antaño. ¿Un aviso? ¿Otro mensaje críptico?
Por último tenemos la ciudad de Vinci, industrial, opresiva, donde la suciedad parece respirarse en el aire y correr por las venas de sus habitantes.
Y, como no, el cuervo del coche.
Hay que recordar que True Detective es una versión televisiva de las antologías pulp de detectives que proliferaban en los años 20, 30 y 40. Este primer episodio tiene un ritmo y un estilo completamente opuesto a su equivalente de la primera temporada. Y eso es bueno. Para empezar hay más personajes que presentar, lo que implica más historia. El aire es más propio de Chandler, de Elmore, de Spillane. Es hardboiled puro, sin intentar limar sus defectos. De hecho, hay mucho en este capítulo que recuerda a la novela Galveston, del propio Nick Pizziolato. Pero vistos los precedentes, yo no me fiaría mucho. En cualquier momento esto puede convertirse en un libro del gran John Connolly. Lo mejor es ver esta nueva encarnación de True Detective como si se tratara de otra serie diferente y disfrutar de ella. Yo por lo menos es lo que pienso hacer.
El espectáculo acaba de empezar. Quedan siete semanas de enigmas y, no lo dudéis ni un minuto, de muerte. Porque en este mundo sórdido en el que se mueven los personajes de Pizziolato, la muerte ronda a cada paso.
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