El 21 de junio es una fecha muy especial para International Khiladi y para mí. Tal día como hoy hace 32 años, fuimos a ver el nuevo centro cívico que el ayuntamiento de Barcelona acababa de abrir en la recién remodelada Casa Golferichs. El uso de este edificio modernista había sido reivindicado por les vecines durante décadas, que intentaban evitar su derribo por parte de especuladores. Además de convertirse en centro cívico, al ayuntamiento había construido un pequeño edificio, que recibió el nombre de L'Annex de Golferichs, destinado a las actividades para les más jóvenes.
La Casa Golferichs en todo su esplendor. L'Annex es el edificio a la izquierda.
L'Annex de Golferichs dividía sus plantas por actividades: una a videojuegos y ordenadores, una a juegos de mesa clásicos, una a teatro... Una planta estaba dedicada a juegos de mesa que a simple vista parecían más complejos (diplomáticos, wargames y similares) y a unos juegos cuyos reglamentos eran del tamaño de libros enormes y que se jugaban con dados de diversas caras. Como lectores acérrimos de la colección de librojuegos de Dungeons & Dragons de Timun Mas, sospechábamos que esos eran juegos de rol como el que anunciaban en sus páginas. Y había llegado la hora de probar uno. Por suerte, estaban preparando una partida y nos preguntaron si nos apetecía unirnos.
No era un juego cualquiera.
¡Que resuene la fanfarria de John Williams a todo volumen!
La edición a la que jugamos fue la traducción francesa de Jeux Descartes ya que, por aquellos años, era relativamente fácil (y mucho más barato) conseguir los juegos de Francia que importarlos de EE.UU. o Reino Unido. La sesión fue breve pero intensa y no podríamos haber tenido mejor entrada a este mundillo. Decir que nos enamoramos de los juegos de rol y del juego de rol de Star Wars en particular se queda corto. Obviamente, nos quedamos con ganas de más.
Pero el Destino nos deparaba una nueva sorpresa. En la mesa contigua estaban preparando otra partida de un juego de rol publicado por la misma editorial francesa.
«Es un juego como de ciencia ficción, pero de humor», nos dijo el árbitro.
Daba igual, nos habríamos apuntado a lo que fuera. No podíamos imaginarnos la partida que nos esperaba...
¿Eres feliz, Ciudadano?
Dar el salto de Star Wars a Paranoia fue como si hubieran hecho estallar la Estrella de la Muerte en nuestro cerebro. ¿Clones? ¿Niveles de Seguridad? ¿El Ordenador? ¿Comunistas? ¿Mutantes? ¿Sociedades secretas? ¿Qué demonios estaba pasando? Tras varias horas de gesticular, gritar «¡Larga vida al Ordenador!» y obedecer órdenes absurdas, creo que salimos de esa partida como si hubiéramos corrido un maratón. ¿Nos gustó el juego? ¡Por supuesto! Creo que no nos habíamos divertido tanto en toda la vida. Meses después, nos enteramos de que tanto Star Wars como Paranoia eran obra de Greg Costikyan. Naturalmente, el diseñador pasó a convertirse en uno de nuestros favoritos.
Este primer día se nos quedó grabado en la mente de tal manera que, tres décadas después, International Khiladi y yo todavía hablamos de ello como si hubiera sucedido ayer mismo. Al día siguiente, nos compramos nuestros primeros dados de rol y, por la tarde, volvimos a L'Annex de Golferichs. Allí encontramos a un amigo que hacía tiempo que no veíamos, que nos dijo si queríamos apuntarnos a una partida de Dungeons & Dragons, que resultó ser el módulo B4-La Ciudad Perdida.
Así empezó todo. Han pasado tres décadas y he probado toda clase de juegos. He perdido la cuenta de las partidas que he dirigido. He conocido a un montón de gente y hecho amistades que perduran pasados estos 32 años. Los juegos de rol me gustan tanto o más que el primer día y nunca dejarán de hacerlo.
Sirvan estas líneas como homenaje al amigo Ernesto de la librería Landròmina, que era el monitor de la planta de juegos de rol de L'Annex de Golferichs. Gracias a su infinita paciencia (y su excelente colección), mi hermano y yo conocimos grandísimos juegos. Va por ti, amigo.
Mi primer dungeon.
Muchas felicidades!
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