Casi sin darnos cuenta hemos terminado el segundo tercio de este desafío de los 30 días. Hoy toca sacar los trapos sucios.
Pregunta 20: Cuéntanos algo feo relacionado con el hecho de ser rolero.
Esta pregunta me va a servir para volver a exponer lo que llevo tiempo denunciando: la toxicidad en el mundo de los juegos a todos los niveles. Una toxicidad sexista de la que han sido cómplices una gran cantidad de jugadores (en su mayor parte hombres que no se han visto afectados por los posibles problemas causados) al mirar hacia el otro lado y limitarse a hablar solo de juegos, sin importar lo que pudiera pasarle a las mujeres de este mundillo. Este machismo se expande en todos los ámbitos de la afición, y no solo en los juegos de rol: en grupos, foros o similares, a nivel de grupo de juego, en eventos organizados por editoriales importantes (hasta el punto de que se fuerza el abandono de la comunidad de algunos de sus miembros más activos), alcanza el grupo de los diseñadores de juegos (incluyendo a vacas sagradas que se creen intocables), intenta boicotear las iniciativas de inclusión, vengan de donde vengan. Las historias de las víctimas son a veces escalofriantes. Cierto, hay editoriales que se han plantado y no toleran esta toxicidad, pero otras muchas hacen como si no existiera un problema hasta que la mierda les estalla en la cara.
Y los jugadores, blogueros y miembros de las comunidades siguen callando. Si dices algo, no faltan los que te señalan, ofendidos porque has roto su ley del silencio.
Y los jugadores, blogueros y miembros de las comunidades siguen callando. Si dices algo, no faltan los que te señalan, ofendidos porque has roto su ley del silencio.
Si creéis que me voy a callar, lo lleváis claro. En este 2017 he dado cobertura a todas las noticias de abusos que he encontrado, he dicho nombres y me ha dado igual lo que opinen los que quieren que esta afición sea solo para miembros del club de los chicos.
-Pregunta 9.
-Pregunta 10.
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